Por Guillermo Apdepnur

Tras la derrota electoral, Sergio Massa transita un perfil bajo pero estratégico. Después de permanecer prácticamente invisible desde la asunción de Javier Milei en diciembre de 2023, el líder del Frente Renovador trabaja silenciosamente en su próximo movimiento político.
Sus coordenadas son reveladoras: viajes a San Pablo, asesorías en empresas de Ecuador, visitas al Baker Institute de la Rice University en Houston, donde en septiembre expuso ante referentes petroleros. Mark Jones, su anfitrión, lo había calificado anteriormente como un “funcionario que funciona”.
En su think tank Fundación Encuentro, trabajan exfuncionarios clave como Agustín Gerez, Guillermo Michel y Eduardo Setti, generando informes para dirigentes del espacio. Massa pide estudios, analiza y se prepara.
La sociedad con Cristina Fernández de Kirchner se mantiene firme. Según el texto, “se visitan en sus casas, se reúnen, están en contacto permanente”. Su objetivo: construir un frente anti Milei que incluya “peronistas disidentes y hasta el radicalismo de Martín Lousteau”.

El conflicto interno con Axel Kicillof será su primera prueba. Massa no apoya el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses. En la interna, su estrategia es “bajar la espuma”, según su entorno.
Su apuesta para 2025: concentrarse en las elecciones de senadores en ocho provincias, donde ve la posibilidad de establecer “los límites al Gobierno” y sentar bases para 2027.
Massa busca ser el “armador” de un panperonismo renovado, con “propuesta de futuro y nuevas caras”. Por ahora, surca la política con la prudencia de quien sabe que aún tiene mucho por jugar.
Fuente de consulta : Gabriela Pepe
