El Papa se reunió en Irak con el ayatolá Ali al-Sistani, el líder espiritual de los chiítas.
Francisco se entrevistó este sábado durante 45 minutos con el principal líder religioso chiíta, el ayatolá Ali al-Sistani. El encuentro tuvo lugar en la ciudad de Nayaf en el marco de la visita del Papa a Irak, y es considerado un gesto histórico.
El Papa entró en la modesta casa de Al-Sistani, en uno de los barrios humildes de Nayaf, rodeado de las fuerzas de seguridad, en lo que fue el primer acto del segundo de sus tres días en Irak. Se trata del primer viaje de un Pontífice a ese país y es, además, la primera salida de Jorge Bergoglio fuera de Italia desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, hace un año.
En un comunicado distribuido por la oficina de prensa del Vaticano, se informó de que el Papa subrayó “la importancia de la colaboración y amistad entre las comunidades religiosas para que, cultivando con respeto recíproco el diálogo, se pueda contribuir al bien de Irak, de la región y de la entera comunidad”.
El encuentro, añade el texto, sirvió para que el Papa agradeciese al gran ayatolá de 90 años “que levantase la voz en defensa de los más débiles y perseguidos, afirmando que lo sagrado es la importancia de la unidad del pueblo iraquí”. Ambos líderes religiosos ofrecieron sus oraciones para un futuro de paz y de hermandad para toda la tierra iraquí, para Oriente Medio y el mundo.
Por su parte, en un comunicado de la oficina de Al-Sistani se explicó que trataron los grandes “desafíos que enfrenta la humanidad” y que el ayatolá habló de “las injusticias y opresión, la persecución religiosa e intelectual (…) el bloqueo económico y los desplazados de muchos pueblos de la región, entre ellos el pueblo palestino”. La máxima autoridad chiíta expresó “su interés en que los cristianos vivan como los iraquíes, en paz y seguridad y con todos sus derechos”.
Sólo se distribuyeron tres fotos en las que se ve al Papa y el gran ayatolá sentados de frente y, al lado de Francisco, el traductor, el patriarca de Babilonia de los caldeos, Raphael Sako, y el presidente del Consejo para el diálogo interreligioso, el cardenal español Miguel Ángel Ayuso. Francisco tuvo que respetar el protocolo y quitarse los zapatos antes de entrar en la habitación de Al-Sistani.
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