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El gobernador bonaerense y el histórico dirigente radical se reunieron en La Plata para analizar el escenario político. Sin alianza formal, pero con señales claras de cara a las legislativas de 2025.

Por Guillermo Apdepnur
28 de abril de 2025

En un gesto que no pasó desapercibido dentro del tablero político argentino, el gobernador bonaerense Axel Kicillof se reunió este lunes con Federico Storani, referente histórico de la Unión Cívica Radical (UCR), para intercambiar visiones sobre la coyuntura nacional y explorar la posibilidad de construir una alternativa opositora al gobierno de Javier Milei.

El encuentro se desarrolló en la cervecería La Modelo, a metros de la Casa de Gobierno en La Plata. Aunque informal y sin anuncios concretos, la charla tuvo un alto contenido simbólico y estratégico. Kicillof y Storani coincidieron en la necesidad de conformar un espacio político amplio que, sin borrar identidades partidarias, permita enfrentar el avance de La Libertad Avanza en territorio bonaerense, en un año marcado por la antesala de las elecciones legislativas.

Un café con sabor electoral

La imagen de ambos dirigentes conversando al aire libre fue rápidamente difundida por redes sociales y medios locales, alimentando especulaciones sobre posibles alianzas. Desde el entorno del gobernador señalaron que se trató de una conversación “profunda y cordial” en la que se discutieron “los desafíos que enfrenta la provincia ante un modelo de país que profundiza la desigualdad y achica el Estado”.

El contexto político aporta aún más relevancia al gesto. Mientras Milei consolida su núcleo de poder con apoyos dispersos del PRO y parte del radicalismo, crecen los movimientos dentro de los espacios tradicionales para reagruparse. Kicillof, con su Movimiento Derecho al Futuro, busca ampliar su base de sustentación más allá del peronismo, tendiendo puentes con sectores del progresismo y del radicalismo no alineado.

Storani, por su parte, representa una línea crítica dentro de la UCR frente al acercamiento de algunos dirigentes a la Casa Rosada. Desde su espacio, la Corriente de Opinión Nacional, el exministro del Interior ha manifestado reiteradas veces su rechazo al modelo libertario y su vocación de reconstruir una opción democrática con sensibilidad social.

Reconfiguraciones en marcha

La reunión se da en un escenario de alta fragmentación opositora. Tras la implosión de Juntos por el Cambio, el radicalismo transita una etapa de debate interno sobre su identidad y sus alianzas. Algunos de sus referentes, como Martín Lousteau o Gerardo Morales, han marcado distancia con Milei, mientras otros, como Maximiliano Abad o Rodrigo De Loredo, aún navegan en una zona gris.

El peronismo, por su parte, también atraviesa un proceso de reconfiguración. Kicillof emerge como uno de los liderazgos con mayor proyección nacional tras su cómoda reelección en 2023. Sin embargo, las tensiones con el kirchnerismo duro y la presidencia del PJ nacional en manos de Cristina Fernández de Kirchner generan incertidumbre sobre los próximos pasos del espacio.

En este contexto, la posibilidad de articular un frente opositor más amplio, que reúna a sectores del peronismo, el radicalismo progresista y organizaciones sociales y sindicales, se convierte en una hipótesis de creciente viabilidad.

Señales al electorado bonaerense

La provincia de Buenos Aires será nuevamente clave en la próxima contienda electoral. Con más del 35% del padrón nacional, sus resultados suelen tener un peso determinante en la política nacional. Milei ya anunció que el economista liberal José Luis Espert encabezará la lista de La Libertad Avanza en el distrito, lo que pone presión sobre las fuerzas tradicionales para evitar una dispersión que favorezca al oficialismo.

Frente a esto, el café compartido por Kicillof y Storani puede entenderse como una señal de maduración política: la posibilidad de priorizar coincidencias por sobre diferencias históricas, ante un escenario que muchos dirigentes consideran de “emergencia institucional”.

“No se trató de una negociación electoral”, aseguran cerca del gobernador, “pero sí de un diálogo sincero sobre la necesidad de construir un futuro con más justicia social, más Estado y más democracia”.

Un primer paso hacia 2025

Aunque el encuentro no implicó compromisos formales ni definiciones programáticas, deja abierta una puerta. Kicillof y Storani, cada uno con su recorrido y su peso político, parecen dispuestos a explorar caminos comunes frente a lo que consideran un rumbo económico y social preocupante.

Si esa voluntad logra traducirse en una construcción concreta —con vocación de poder y arraigo territorial— podría surgir una nueva configuración opositora en la provincia más grande del país.

Por ahora, el gesto habla. Y en política, cuando los gestos se dan en público, pocas veces son casuales.