
El ecosistema de las criptomonedas ha sido testigo de múltiples escándalos en los últimos años, pero pocas veces se ha visto un caso donde el involucrado sea nada menos que el presidente de una nación.

Javier Milei, mandatario de Argentina, promovió en sus redes sociales la criptomoneda $LIBRA, un token en la red Solana que prometía inversión en empresas nacionales. Horas después, la criptomoneda se desplomó, dejando pérdidas estimadas entre 70 y 100 millones de dólares y afectando a cerca de 40.000 billeteras cripto.
Más allá del debate sobre la legitimidad del token, la gran pregunta es: ¿El accionar del presidente roza el tráfico de influencias?
Un “rug pull” de manual
El escándalo comenzó cuando Milei publicó en X (antes Twitter) e Instagram un mensaje promocionando la criptomoneda $LIBRA. La presentación del proyecto no era la de una memecoin (como las que utilizan figuras como Donald Trump), sino la de una iniciativa de inversión con supuestos beneficios para Argentina. Sin embargo, el proyecto tenía todas las señales de una estafa bien orquestada:
La criptomoneda y su sitio web se crearon apenas unas horas antes del anuncio de Milei.
El presidente no compartió el anuncio de la empresa, sino que lo hizo él mismo.
El contrato inteligente del token tenía una distribución sospechosa: los fundadores poseían el 70% del total (cuando lo normal es 10-15%).
En cuestión de minutos, el token pasó de valer US$0,000001 a US$5,20, impulsado por la confianza generada por el respaldo presidencial.
A las pocas horas, los fundadores retiraron la liquidez, provocando la caída abrupta del precio en más del 85% y dejando atrapados a los inversores.
Este modus operandi es lo que en el mundo cripto se conoce como “rug pull”, una estafa donde los creadores inflan el valor de un activo y luego desaparecen con el dinero.
¿Milei víctima o cómplice?
Cuatro horas después del escándalo, el presidente borró el tuit y alegó que no tenía relación con el proyecto. Sin embargo, su respuesta dejó más preguntas que respuestas.
Sin la publicación de Milei, el proyecto no hubiera tenido impacto ni habría logrado atraer inversores. Su respaldo fue el catalizador de la estafa. Esto no es menor, ya que en Argentina el tráfico de influencias está tipificado en el Código Penal y puede conllevar penas de hasta seis años de prisión.
El artículo 256 del Código Penal argentino establece que comete tráfico de influencias aquel funcionario que utilice su posición para obtener ventajas económicas indebidas. Si Milei recibió algún tipo de compensación por su promoción, podría enfrentar serios problemas legales.
Un patrón preocupante
Este no es el primer escándalo cripto que involucra al presidente. En el pasado, Milei promovió CoinX, una plataforma que prometía rendimientos exorbitantes y que luego se desmoronó. En esa ocasión, el propio Milei admitió haber cobrado por la promoción. También había promocionado el token $VULC, parte de un supuesto videojuego que resultó ser otra estafa.
Lo que hace que el caso de $LIBRA sea aún más grave es que Milei fijó el tuit en su perfil, lo que sugiere que era una publicación prioritaria para él. Esto es un indicio de que no fue un simple “error”, sino parte de una estrategia de promoción deliberada.
La conexión con el TechForum y KIP Network
La empresa detrás de $LIBRA, KIP NETWORK INC, está registrada en Panamá y tiene vínculos con el TechForum, un evento cripto en el que Milei participó en octubre del 2023. Allí, el presidente se reunió con Julian Peh, CEO de KIP Network, en un evento patrocinado por empresas con dudosa reputación en el mundo cripto.
Además, Milei sigue respaldando este foro, donde su vocero, Manuel Adorni, ya ha sido confirmado como orador para la próxima edición en abril. ¿Está Milei promoviendo activamente este tipo de eventos y proyectos?
Conclusión: irresponsabilidad o corrupción
El presidente de Argentina tiene el deber de proteger a sus ciudadanos, no de exponerlos a fraudes financieros. Su accionar con $LIBRA demuestra, en el mejor de los casos, una negligencia imperdonable y, en el peor, una posible connivencia con los estafadores.
Milei no ha ofrecido disculpas ni ha asumido ninguna responsabilidad. Pero los hechos son claros: sin su apoyo, la estafa no habría sido posible. La comunidad cripto y los inversores argentinos merecen respuestas y, más importante aún, justicia.