Comparte en tus redes

Carta del lector: El Reverendo.

Hablemos del presupuesto municipal, ese ejercicio de adivinación que tanto apasiona a nuestros representantes.

Se supone que es una herramienta seria, una previsión de cuánto se va a recaudar y en qué se va a gastar. Pero, entre nosotros, la verdad es otra: lo único que importa es cuánto dinero realmente entra en las arcas. Todo lo demás es humo.

En marzo, cuando toque la rendición de cuentas, se volverá a montar el show. Los mismos que hoy defienden o critican el presupuesto con uñas y dientes van a evaluar políticamente cómo se gastó.

Pero no nos engañemos: el que tendrá la última palabra será el Tribunal de Cuentas. Claro, si es que no ocurre antes alguna jugada maradoniana que desvíe la atención, porque en este año electoral, lo que sobra es dramatismo.

Y hablando de dramatismo, no puedo dejar de mencionar lo que pasó el 31 de diciembre. Se lograron los dos tercios. ¿Qué significa eso? Como mínimo, cambios de autoridades.

De ahí para arriba, cualquier cosa puede pasar. Pero claro, todo depende de que la política, esa gran actriz de reparto, se ponga seria y deje de lado los fuegos artificiales.

Ahora, ¿quién se atreve a hablar de seriedad en política? Todos se rasgan las vestiduras por el presupuesto como si fuera una tabla de salvación, cuando en realidad es apenas una declaración de intenciones. Lo que importa, insisto, es la recaudación. El resto es puro circo, y nosotros, el público cautivo, aplaudimos o abucheamos según el libreto del día.

Mi propuesta es simple: dejemos de jugar al teatro y empecemos a actuar con responsabilidad. El presupuesto no debería ser una herramienta para el espectáculo, sino una herramienta para la transformación. Aunque claro, pedir seriedad en un año electoral es como pedirle a un político que no saque rédito de un acto benéfico: prácticamente imposible.

Así que aquí estamos, esperando a ver qué sorpresa nos trae este año. Entre fuegos artificiales y dramatismo, tal vez logremos ver algo de gestión seria. Pero, conociendo el guion, mejor no hacerse demasiadas ilusiones.

Todo podría ser diferente cuando la política deje de usar al HCD Costero, como casting para llegar a la intendencia.