
La Tercera Sección se convierte así en el espejo brutal de un movimiento que no logra dejar de mirarse hacia adentro
La candidatura de Cristina Fernández de Kirchner como diputada provincial por la Tercera Sección Electoral no es sólo un gesto simbólico ni un intento de refugio político. Es una jugada de alto riesgo que condensa tres dilemas clave del peronismo: su fractura interna, su crisis de liderazgo y su relación con el poder judicial.
1. Un peronismo partido al medio
Tras la derrota de 2023 y el ascenso de Milei, el peronismo quedó sin conducción clara. Cristina sigue siendo su figura más influyente, pero su poder ya no es incuestionable. Axel Kicillof, gobernador reelecto con alta imagen, representa un polo autónomo que hasta ahora intentó despegarse del kirchnerismo duro. La candidatura de CFK lo obliga a moverse: o acuerda y se subordina parcialmente, o la confrontación se convierte en ruptura explícita.
Este escenario obliga al PJ bonaerense a ordenar sus lealtades. La Tercera Sección —Avellaneda, Lanús, Lomas, La Matanza, entre otros— ha sido siempre su núcleo de poder territorial. Si el peronismo no logra una lista de unidad, no sólo corre riesgo de perder bancas, sino de agravar su fragmentación estructural.
2. Cristina, entre el blindaje y el abismo
La postulación de CFK puede leerse como una búsqueda de protección institucional ante su situación judicial. Condenada en segunda instancia por la causa Vialidad, la posibilidad de una inhabilitación política no es teórica. Su ingreso a la Legislatura bonaerense podría ofrecerle fueros y, sobre todo, capacidad de negociación frente a los tribunales.
Pero también hay una trampa: si pierde, la derrota no sería sólo electoral. Se pondría en duda su vigencia real y su capital político quedaría severamente dañado. Para alguien que fue dos veces presidenta y líder de un movimiento durante dos décadas, una derrota en su propio territorio sería histórica y simbólicamente devastadora.
Por el contrario, si gana con fuerza —con una alta diferencia, no con lo justo—, podría reposicionarse como jefa del peronismo bonaerense, condicionar a Kicillof y volver a tallar en la política nacional, incluso sin cargo nacional.
3. La Tercera, campo de batalla del 2025
La Libertad Avanza ya no subestima la Tercera Sección. El crecimiento libertario en distritos como Avellaneda, Quilmes o Lanús fue notable. La aparición de Cristina obliga a sus dirigentes a poner figuras fuertes en competencia, con discurso antiprivilegios y anticasta que todavía resuena. También los intendentes del PJ se ven forzados a mover el aparato, pero con menor margen de maniobra que en otros años.
La elección en la Tercera no decidirá el rumbo de la Provincia, pero sí marcará el tono del peronismo hacia 2027. Un triunfo amplio de CFK puede revitalizar un liderazgo clásico. Una derrota o victoria ajustada confirmaría que el ciclo kirchnerista está agotado, incluso donde fue más fuerte.
Conclusión:
Cristina juega a todo o nada en su bastión. Kicillof intenta no quedar atrapado entre la obediencia y la ruptura. El peronismo bonaerense, mientras tanto, sigue sin decidir si el futuro está en el pasado glorioso o en una reconfiguración aún sin nombre ni liderazgo. La Tercera Sección se convierte así en el espejo brutal de un movimiento que no logra dejar de mirarse hacia adentro.