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Por Guillermo Apdepnur

A días de conmemorarse el Día del Periodista en Argentina, el próximo 7 de junio, se hace imprescindible reflexionar sobre los valores del periodismo tradicional: la búsqueda de la verdad, la responsabilidad ética, y la rigurosidad profesional. En ese marco, se ha difundido una nota que eleva a juicio oral una causa por presunto prevaricato y estafa, involucrando a los abogados Guillermo Brown (fallecido), Leonardo Abdala, Guillermo Magadán y el escribano Bordenave.

La acusación apunta a una supuesta maniobra jurídica para favorecer intereses inmobiliarios, pero al revisar las fuentes disponibles y consultar bases documentales públicas, no se han encontrado pruebas fehacientes que sustenten con contundencia el alcance de tales imputaciones. Hacer un juicio de valor sin elementos probatorios sólidos sería irresponsable, y más aún en un contexto donde cualquier operación mediática puede causar un daño irreparable.

En la misma nota se intenta extender las sospechas hacia el Dr. Leandro Alonso, actual secretario del Juzgado de Faltas de Pinamar, junto a otros colegas, sugiriendo sin evidencia concreta que formarían parte de un «entramado jurídico» con vínculos en distintas municipalidades de la región. Hasta el momento, no hay documentos oficiales, fallos judiciales ni actuaciones administrativas que respalden esas afirmaciones.

Por el contrario, fuentes extraoficiales aseguran que el Dr. Alonso estaría evaluando iniciar acciones legales contra el medio que difundió estas acusaciones y contra los presuntos responsables de lo que podría tratarse de una maniobra orquestada, en la que estarían implicados altos funcionarios actualmente en funciones dentro del Municipio de General Lavalle.

Este tipo de publicaciones, cargadas de imputaciones sin sustento comprobable, recuerda a lo que en la jerga se denomina «pescado podrido», es decir, operaciones mediáticas disfrazadas de periodismo, que apuntan a deslegitimar el crecimiento político o profesional de determinadas personas mediante el sesgo, la omisión interesada y la tergiversación de hechos.

El Día del Periodista no debería ser solo una efeméride, sino un llamado a recuperar el espíritu de un periodismo honesto, que no mienta por omisión ni publique sin verificar. La credibilidad no se hereda, se construye todos los días con integridad. Porque cuando se pierde, lo que se contamina no es solo una nota, sino el vínculo sagrado entre el periodista y su comunidad.