
Argentina comienza a transitar el 2025 con señales concretas de recuperación económica. Según los últimos datos oficiales del INDEC, el Producto Interno Bruto (PIB) creció un 5,8% interanual durante el primer trimestre del año, una cifra que marca un punto de inflexión tras la profunda recesión que siguió a la devaluación de diciembre de 2023. Comparado con el último trimestre de 2024, el crecimiento fue del 0,8%, consolidando un cambio de tendencia en la actividad económica.
Este repunte, aunque influenciado por una base comparativa baja, evidencia que la economía argentina comienza a reactivarse con mayor solidez, impulsada por sectores clave como la agroindustria, el comercio exterior, la energía y un resurgir incipiente del consumo interno. El dato más relevante: las mejoras ya se perciben en variables reales que impactan directamente en la vida cotidiana.
Señales en el empleo y el consumo
Con el crecimiento de la actividad, comienzan a verse mejoras en el empleo registrado, sobre todo en sectores productivos ligados a las exportaciones. La construcción, la energía y la industria alimentaria sumaron nuevos puestos formales, mientras que las pequeñas y medianas empresas empiezan a revertir la caída en ventas que se arrastraba desde mediados de 2023.
El índice de confianza del consumidor también muestra un leve repunte, reflejando una mejora en las expectativas de compra de bienes durables, especialmente en el interior del país. Esto se explica, en parte, por una desaceleración inflacionaria progresiva y por una relativa estabilidad cambiaria en los últimos dos meses.

Menos trabas, más eficiencia
Otro de los pilares que impulsa esta recuperación es la simplificación administrativa. Desde el inicio de la gestión Milei, se eliminaron más de 350 normativas que obstaculizaban el comercio, la inversión y la producción. La derogación de la Ley de Abastecimiento, la flexibilización de importaciones para insumos productivos y la digitalización de trámites en la AFIP y la Secretaría de Comercio permitieron acelerar procesos que antes demoraban semanas.
Como ejemplo concreto, empresas agroexportadoras ahora pueden acceder a autorizaciones en menos de 48 horas, mientras que los emprendedores tienen habilitaciones automáticas para iniciar actividades comerciales sin plazos extensos. Esta reducción de la burocracia comienza a dinamizar sectores que estaban frenados por regulaciones redundantes.

Una recuperación aún incipiente, pero tangible
Si bien los desafíos estructurales persisten —como la recomposición del salario real y el equilibrio fiscal—, los últimos datos macroeconómicos permiten proyectar un segundo semestre con mayor dinamismo y mejores perspectivas para el empleo y el consumo.
El Gobierno apuesta a que esta senda de crecimiento se consolide a través de incentivos a la inversión privada, reglas de juego estables y apertura a nuevos mercados. Por ahora, los números acompañan y marcan un inicio de año con señales más alentadoras que en mucho tiempo.
“Es el primer trimestre con crecimiento genuino desde 2022, sin arrastre estadístico ni gasto público artificial. La economía empieza a reaccionar con mayor eficiencia”, afirmó un funcionario del equipo económico.
Con estos primeros brotes verdes, el país encara una oportunidad histórica: estabilizarse, crecer y generar bienestar en forma sostenida. La clave estará en que la macroeconomía saludable se traduzca en mejoras perceptibles para la mayoría de los argentinos. Por lo pronto, los datos marcan que ese camino ya empezó.